Por ello, esta FEB no permanece ajena a la imagen que
genera y a los sentimientos que despierta y ha despertado en los últimos años.
Sus líneas de actuación se han basado y se basarán, bajo mi mandato, en la
firmeza y el convencimiento de tratar a todas las especialidades y federaciones
integradas por igual. Sin establecer diferencias ni favoritismos que beneficien
a unos y perjudiquen a otros.
Dicen que quien calla, otorga. Por ello creo
conveniente aclarar algunos aspectos que considero vitales para comprender el
enésimo proceso de integración en el que nos encontramos inmersos. El primero
es recordar que la FEB sigue en el mismo sitio y con idéntico modelo de funcionamiento
que los últimos años. No ha variado un ápice su postura de respeto y
acatamiento a sus estatutos y demás disposiciones legales que regulan el
Deporte y sus relaciones en España.
El segundo aspecto que debo aclarar es que los plazos
están para cumplirlos. Ampliarlos a conveniencia de unos pocos es un injusto
error que no vamos a volver a cometer, por muy extraordinarias que sean las
razones que lo motiven. Si se ha hecho en el pasado es un fallo que asumo y en
el que esta FEB no volverá a incurrir, para no discriminar a unos en beneficio
de otros. Establecer diferencias entre los que respetan los plazos y los que
los ignoran es muy peligroso para la estabilidad que toda institución debe
luchar por mantener. Todos somos iguales.
El tercer aspecto es tratar de arrojar algo de luz
para los profanos sobre en qué consiste un proceso de integración de una
federación autonómica en su homónima nacional. El principal requisito es el de
voluntad real de integrarse. No basta una voluntad nominal, debe ser real,
tangible y demostrable con hechos. Dudar de la entidad o calidad de otros
equipos en cualquier deporte no es una señal inequívoca de querer demostrar esa
teórica superioridad en un terreno de juego. Cualquier deporte que se precie de
ser así llamado no puede permitirse discriminar a nadie por su teórica calidad
o su lugar de procedencia.
El siguiente requisito, como dictan nuestras normas
internas, es que la federación autonómica adapte sus estatutos para que cumplan
todo lo dispuesto en los nuestros. Es condición necesaria, si bien no
suficiente, puesto que además deberá solicitar formalmente su integración.
Tenemos pues tres condiciones no negociables: voluntad
real de integración, modificación de estatutos y solicitud formal. De momento,
no se cumplen. En mi opinión, la más importante es la primera. Es la que guiará
todo el proceso y permitirá culminarlo con éxito, convirtiendo las otras dos en
formalismos. Si existe una verdadera voluntad de integrarse, el proceso a
seguir es claro: modificación de estatutos y solicitud de integración. Si el
camino se recorre en este sentido, no dudo ni por un momento, que la soberana
Asamblea de la FEB aprobará la integración de cualquier federación autonómica.
A la vista de los últimos acontecimientos y opiniones surgidas, a las que esta FEB no permanece ajena, quiero, con esta declaración, acabar con las posibles falsas esperanzas que, los deseos de arreglo, hayan podido generar. El camino a recorrer ha quedado claro. Tratar de coger atajos o rodear obstáculos nos alejará más de nuestro destino, porque tendremos que volver a empezar. Y cada vez que comenzamos el camino, lo hacemos desde un punto más retrasado. En mi opinión, la gente de los bolos está empezando a hartarse de todo esto.
A modo de resumen, vuelvo a dejarlo claro. Los plazos
y los requisitos legales son los que son. Ni se van a ampliar los primeros, ni
mucho menos, se van a obviar los segundos. Hagamos las cosas bien para ofrecer
a la familia de los bolos el resultado que de sus dirigentes esperan. Pero
quitémonos todos las caretas, seamos coherentes y pongamos las cartas boca
arriba. La FEB ha respetado las categorías de calidad de los deportistas para
no perjudicarlos, las justas sanciones a árbitros y jugadoras son agua pasada y
ha mostrado su disposición favorable a la reintegración. Ha dado muestras
claras de sus intenciones. Si deseamos unirnos, lo haremos. Si no lo deseamos,
no mareemos más la perdiz, por respeto a todos los estamentos que tenemos el
deber de representar.
PRESIDENTE
DE LA FEB